Abstract

Siguiendo una tendencia global, en Chile se observa un evidente malestar con el sistema político. Por ejemplo, la confianza en los partidos políticos ha disminuido dramáticamente desde 1990 cuando el país reinstauró un régimen democrático, siendo una de las más bajas en América Latina (PNUD, 2014:288). A su vez, a partir de los años 2000s, el descontento ciudadano con las instituciones políticas se ha expresado en movilizaciones sociales cada vez más frecuentes y masivas. Desde el año 2011, en particular, protestas tanto en el ámbito educacional como ligadas a demandas ambientales, feministas y regionalistas han marcado el debate en torno a las políticas públicas en estas materias. Esta articulación del descontento social alcanzó también representación política en el Parlamento tras el éxito electoral de ex dirigentes estudiantiles de la ola de protesta del 2011. Desde ese espacio han constituido una voz para diversas demandas sociales y posteriormente, articulado una nueva coalición política denominada Frente Amplio. Fruto de este proceso, en las elecciones parlamentarias de diciembre 2017 se levantaron 155 candidaturas a la Cámara de Diputados y 43 candidaturas al Senado, de los cuales fueron electos 20 y 1, respectivamente. La experiencia chilena de descrédito en la política y confrontación tanto desde la movilización social como desde la política institucional plantea importantes interrogantes para comprender cómo se canaliza el descontento social y político en otros países de la región. ¿En el contexto actual de falta de legitimidad de la política, cuáles son las fronteras entre los movimientos sociales y los partidos políticos en su capacidad de representación? ¿Son complementarios o se disputan por el poder en la construcción de una agenda que se haga cargo del malestar social existente? Estas preguntas se enmarcan dentro del análisis de las consecuencias que tienen las manifestaciones de desafección política América Latina – objetivo del presente volumen editado. Este capítulo se centra en el caso de Chile y traza el tránsito hacia el Parlamento de las fuerzas políticas que se originaron en las movilizaciones estudiantiles y que hoy componen el Frente Amplio. Siguiendo los planteamientos de Kitschelt (2006), conceptualizamos el Frente Amplio como un “partido-movimiento”, esto es, un partido político que se origina en la movilización social. Identificamos las principales razones detrás de este proceso de institucionalización de la protesta social: el aprendizaje político detrás de la decisión de disputar el poder en la arena institucional, las barreras de entrada tanto formales como informales que tuvieron que superar y la debilidad de los partidos políticos existentes para representar y canalizar el descontento existente.