Abstract

Ya a principios de los 90, investigadores avizoraban la presencia del temporero permanente en desmedro de relaciones de estabilidad (FALABELLA, 1990, p. 262). Se establecía la existencia de temporeros que tienen trato de permanentes, pues año tras año trabajan en la misma empresa, al punto que tienen su puesto casi asegurado, pero en un marco de desconfianza y falta de garantías para el o la trabajadora, surgiendo la categoría de temporero-permanente. La población rural de Casablanca está atrapada en un proceso de proletarización, que en palabras de Kay (1995, p. 77) a la larga favorece a los capitalistas rurales, porque elimina la competencia de los pequeños campesinos en la producción agrícola y los transforma en mano de obra barata y desechable. Que por el alto nivel de rotación serían los “sobrantes” en el lenguaje de Castel (2009). El proceso de modernización de la agricultura, y de la vitivinicultura, es concentrador y excluyente. Sin embargo, el trabajo que ofrece la producción de vino es relativamente más estable y de mayor duración que el que ofrece la fruticultura, rubro al que acceden en mayor proporción las mujeres temporeras de las comunas agrícolas de la zona central del país, cuya oferta se intensifica sólo en prácticamente tres meses.