Abstract

Parafraseando a Benjamín Ballester y Francisco Gallardo podemos afirmar que las limitaciones de nuestros modos de pensar el mundo radican precisamente en nuestros modos de pensar el mundo. Nuestros modos de pensar, de acuerdo a estos autores, han “alimentado una acrítica consideración de simpleza y marginalidad” acerca de las comunidades que practican la pesca. La impronta evolucionista y la ilusión del progreso suelen ubicar a estos pueblos en el piso de una imaginada escalera conducente al desarrollo. La complejidad y el progreso se radica en tierra firme, el pasado y la simpleza en la costa. Tanto Vicky Castro y sus colegas como Ballester y Gallardo no tardan en desmoronar el espejismo que producen nuestras propias perspectivas.