Abstract

La inquietud por la gradual concentración de la propiedad de los medios y sus probables efectos –reales e imaginarios– no es exclusiva de nuestro país. Si bien la formación de megaconsorcios multimediales es un fenómeno común a todo el planeta, la tradicional centralización geográfica chilena ha provocado una fuerte crisis de los medios de regiones no capitalinos, los cuales han sido desplazados por competidores mucho más poderosos. En efecto, casi no quedan canales importantes de televisión abierta locales: los poco más de cien que están operativos a mediados de 2009 son bastante débiles, y la mitad de ellos depende de la buena voluntad de la televisión pagada para poder llegar a sus audiencias locales ante la inexistencia de frecuencias de televisión abierta disponibles. En radio y prensa, son excepcionales las empresas que no han sido absorbidas por las cadenas de alcance nacional basadas en Santiago. Todo esto presenta serias interrogantes sobre la diversidad ideológica de los medios, la pérdida de “ventanas” propias para informarse sobre lo que ocurre en la localidad, el debilitamiento de la identidad local, y la situación desmedrada en que queda el anunciante local, entre otras. La crisis de los medios regionales tiene varias fuentes. Primero, el abaratamiento del transporte de señal de radio y televisión vía satélite a partir de la década de los 90. Segundo, la desaparición de los avisadores locales que generalmente han sido sustituidos por empresas nacionales con sede en la capital, poseedores de todas las ventajas que ofrecen las economías de escala: alto poder de compra que les permite negociar márgenes convenientes con los proveedores, amplia gama de productos, venta a crédito, gestión profesionalizada y sofisticadas tácticas de marketing y merchandising. Tercero, la baja capacidad de gestión y la escasez de recursos humanos calificados en los medios regionales. Por último, la ausencia de información de mercado que pueda revertir la tendencia centrípeta del gasto publicitario en Santiago, canalizado a través de agencias (99% de ellas están en la capital) que prefieren negociar con un puñado de medios de alcance nacional. Todo ello genera un círculo vicioso de incapacidad de gestión, falta de ingresos y bajos sueldos del personal de los medios locales que no hacen sino agravar el cuadro descrito.