Abstract

Desde el 2000, y en parte debido a la influencia de fundaciones y agencias de gobierno, las universidades están siendo más activas en promover el trabajo interdisciplinario. Muchas de ellas, la establecen como una meta estratégica [Strober 2010:10]. Nuestra universidad no ha quedado ajena a esta influencia. Hace cuatro años, la escuela de ingeniería pone en marcha concentraciones multidisciplinarias mayores llamadas “majors”. Entre ellas el major de ingeniería, diseño e innovación (IDI) llevado por la unidad académica DILAB. Esta ponencia busca evidenciar una malla curricular dónde se utiliza la multidisciplina como agente catalizador de la ‘innovación recombinante’ [Hargadon 2003]. Se mantiene la identidad de dos escuelas para potenciar la combinación de competencias profesionales. Se trabajan las relaciones con el medio para asegurar la transferencia a la sociedad. Se realiza la mejora continua del plan de estudio usando una visión de ‘laboratorios vivientes’ [Folstad 2008]. Después de 4 años esta concentración de 100 créditos y sus cursos basados en problemas (PBL), congrega a compañías y programas de en universidades internacionales. Este artículo intentará dar algunas luces de cómo generar un programa de esta índole que se sustente en el tiempo y que pueda ser acreditado internacionalmente.