Abstract

El uso de genéricos de estrecha ventana terapéutica, particularmente en trasplante de órganos, es un tema controvertido. Si bien, muchas experiencias muestran resultados positivos, la mayoría aluden a aspectos puramente farmacocinéticos. Recientemente publicamos una de esas experiencias, pero adicionando observaciones clínicas a mediano plazo (8 meses) (J Transpl 2017; https://doi.org/10.1155/2017/5646858). Nuestro propósito es realizar un estudio de costos del reemplazo de inmunosupresores innovadores por genéricos en uso en EEUU o la UE para trasplante renal. Siguiendo instrucciones del Ministerio de Salud, en octubre del 2012 se reemplazó el tacrolimus innovador (PrografR) por un genérico (CidimusR, Sandoz) en 57 trasplantados renales. Al cabo de 8 meses, se observó 10 eventos infecciosos, 4 que requirieron de hospitalización, hubo que practicar 5 biopsias y dos de ellas mostraron un rechazo agudo. Los niveles sanguíneos de prey posterior al cambio del tacrolimus no fueron estadísticamente distintos con ambos productos. Usando las cifras de reembolso del seguro público de salud, Fonasa, y los precios de adquisición de ambas drogas se calculó si el reemplazo del tacrolimus fue económicamente conveniente usando la siguiente función: (Costo innovador x dosis total – Costo genérico x dosis total) vs (Costo de visita de monitoreo por el reemplazo en 57 pacientes) + (Costo hospitalización por infección x probabilidad de hospitalización (4/57)) + (Costo biopsia de injerto x probabilidad de realización (5/57)) + (Costo tratamiento rechazo agudo x probabilidad de ocurrencia (2/57)). Encontramos que, si bien el cambio de tacrolimus en el lapso del estudio se asoció con un 30% de ahorro en el precio de adquisición (US$ 22.924), el costo incremental asociado al seguimiento de los enfermos y al tratamiento de las complicaciones fue US$ 35.886, de tal forma que hubo una pérdida neta de US$ 12.962. Si no se considera el costo de visitas y monitoreo adicionales al cambio, la pérdida neta se reduce en un 39%. Concluimos que el reemplazo de PrografR por un genérico no necesariamente es una opción económicamente conveniente para los seguros de salud y que el potencial reemplazo de un genérico por otro será, dado sus menores diferenciales de precio, económicamente aún más desfavorable.