Abstract

En la sociedad chilena , desde 1973 al 2010, se produjeron transformaciones radicales. El régimen militar que gobernó Chile entre 1973 y 1990 significó un cambio institucional que destruyó las normas de la matriz política, económica y socio-cultural vigente hasta 1973. (Garretón, 1999, 2007). Las reformas macroeconómicas y laborales cambiaron el patrón de acumulación y las relaciones entre los distintos agentes económicos. La nueva constitución de 1980 cristalizó el orden social que fortaleció el poder de nuevas élites políticas y económicas (Escobar, 2009; Feres, 2009). Una vez recuperado el régimen democrático, los gobiernos introdujeron correcciones al modelo neoliberal y aprobaron políticas favorables a la democratización de las instituciones y de las relaciones sociales, entre otras, políticas orientadas hacia la igualdad de género (Guzmán, 2011; Valdés, 2010). Ello favoreció la visibilización de nuevas concepciones y discursos de género, las que estuvieron sumergidas durante la dictadura y que ingresan a las agendas públicas e institucionales fortalecidas por debates globales sobre la igualdad de género. Así, desde mediados de los años noventa se observan estilos de vida más diversos y se confrontan una pluralidad de discursos públicos no exentos de contradicciones sobre concepciones, normas y políticas de género. Estas transformaciones permiten a hombres y especialmente a mujeres, tomar distancia relativa con las normas de género tradicionales (CEP, 2012; Fries, 2010; Guzmán & Godoy, 2009; Guzmán & Mauro, 2004; Martínez & Palacios, 2000; Palma, 2007; PNUD, 2010; SERNAM, 2002; Sharim, 2005; Todaro & Yañez, 2004; Valdés & Valdés, 2005). En cada uno de los periodos mencionados, régimen militar y recuparacion de la democracia, los sujetos contaron entonces con diferentes recursos culturales y politicos para icuestionar las desigualdades de genero. En este contexto un equipo de investigadoras del Centro de Estudios de la Mujer se plantearon como propósito reflexionar sobre las interrelaciones entre transformaciones sociales y relaciones de género, entre las cuales existen, sin duda, importantes mediaciones. Se preguntaron en qué sentido y cómo las transformaciones materiales, institucionales y socio culturales habrían permeado los discursos, las representaciones y estereotipos de género que operan en la familia, el mundo del trabajo, la vida social y afectado las bases de las identidades de género (Buttler 2009; Löwy 2006; Varikas 2006). Se partía de la base sobre la intricada interrelación entre el ordenamiento social y el orden de género. Si bien el género es un elemento de la vida social y de la interacción entre los sexos, así como una dimensión constitutiva de la identidad de hombres y mujeres (Butler, 2001; Scott, 1990;Varikas, 2006;Todaro, 2009) los procesos que participan en la reproducción o transformación de las identidades y las relaciones de género - organización productiva, normas, discursos , interacciones, prácticas sociales y subjetividades, discurren en distintos niveles de realidad simbólica, institucional y material. Las transformaciones en las distintas dimensiones de las relaciones de género pueden discurrir a distintas velocidades y aun en sentido contradictorio. Las personas pueden coincidir las ventajas del ingreso creciente de las mujeres al mercado de trabajo y con la existencia de familias de doble ingreso, sin que se modifiquen las representaciones sociales sobre las trabajadoras como una categoría diferente y afectar la prioridad que la mayor parte de las personas todavia otorga al altruismo e incondicionalidad como ejes de la identidad femenina.