Abstract

La globalización y las políticas neoliberales han estimulado la combinación de usos tradicionales en el territorio (p. ej. urbanos, agrícolas y forestales) con los ecosistemas naturales preexistentes (Castells, 2010). Así mismo, áreas periurbanas que pueden estar localizadas en el límite urbano inmediato, o de una manera muy dispersa, pero bien conectadas con la ciudad, tienen efectos significativos en la organización espacial de los sistemas urbanos (Utría 1998; Ávila 2009). De otro lado, la búsqueda de las personas por el bienestar, puede dar lugar a la transformación del paisaje, ya sea mediante la expansión de la urbanización (donde las amenidades naturales son determinantes: calidad del aire, estar en contacto con la naturaleza, tranquilidad, etc.) o mediante la ampliación de la frontera agrícola. En este contexto, la contribución de las áreas periurbanas naturales al bienestar de los habitantes, necesita ser entendida para proporcionar apoyo a la generación de políticas públicas sustentables y a la planificación territorial. Es así como la conservación de la biodiversidad se vuelve cada vez más importante, especialmente en ambientes altamente dinámicos como los metropolitanos. El logro de la sustentabilidad en las regiones urbanas presenta grandes desafíos con respecto a la transformación del paisaje y la provisión de servicios ecosistémicos; estos dos aspectos críticos deben ser evaluados a través de un examen mutuo. En este sentido, el marco conceptual de los servicios ecosistémicos los ha sugerido como una nueva herramienta de planificación y gestión sustentable. Este trabajo, fue desarrollado en la región urbana Santiago y Valparaíso (Chile), donde existen áreas naturales protegidas, una reserva de la biosfera, montañas y valles, conformando un mosaico de usos complejo con agricultura, silvicultura y zonas urbanas. Se centró en el análisis morfológico y socio-territorial y se analizó la variación en la oferta de 19 servicios ecosistémicos, sobre la base del cambio en las coberturas terrestres (9) y en una ventana temporal de 26 años. La metodología comienza con clasificaciones supervisadas de imágenes satelitales Landsat, que se complementan con la verificación de campo. Se calcularon cambios del paisaje, magnitud y dirección de los mismos, para un listado de cobertura de la tierra: urbano, plantaciones forestales, agricultura, bosques y matorrales, praderas naturales, humedales y cuerpos de agua continentales. Se consultó un conjunto de expertos (N=15) sobre la oferta potencial de servicios ecosistémicos para cada uno de los ecosistemas mencionados. Para validar sus valoraciones realizamos una revisión de la literatura acerca de servicios ecosistémicos medidos en paisajes similares. Servicios culturales, provisión y regulación de los ecosistemas fueron evaluados mediante el uso de este método. Luego, sobre la base del cambio en el paisaje se calculó la oferta de servicios de los ecosistemas entre 1989 y 2015 y se obtuvo mapas con su espacialización. La región urbana parece estar desarrollándose de manera positiva hacia la sustentabilidad del paisaje, pese a la importante transformación del paisaje, donde aproximadamente la mitad del paisaje han tenido cambios en sus coberturas terrestres. Bajo este panorama, los efectos de las políticas y los instrumentos públicos que han extendido la frontera agrícola, sumados al aumento de la periurbanización metropolitana, podrían representar una amenaza.