Abstract

Asumiendo los importantes debates y perspectivas presentes en el campo de la historia de las emociones, en este trabajo analizamos cómo, en el contexto de la ciudad de Santiago de Chile a fines del siglo XIX, el crimen pasional consistía en un mecanismo de representación que otorgaba preponderancia al protagonismo femenino en el desencadenamiento de los hechos dramáticos. Es decir, a lo largo de estas páginas constataremos cómo las mujeres involucradas, aparecían en los relatos periodísticos como agentes activos de la acción. Eran ellas, o más bien, eran sus emociones –sus pasiones, odios, celos y excitaciones– las que dirigían el curso de la historia. Si bien el protagonista masculino del triángulo amoroso había ejecutado el asesinato, este hecho aparecía como consecuencia ineludible de las acciones provocadas por las antagonistas femeninas de la historia. El final trágico estaba trazado desde un comienzo, como si se tratase de un relato teleológico, que finalmente contribuía a atenuar la responsabilidad masculina.