Abstract

Diversos estudios han planteado las tensiones que presentan para los profesores actuales la gestión del aula y la conducción de los alumnos, siendo una de las principales dificultades la resistencia de los estudiantes para ajustarse a las demandas escolares Al parecer, el alumnado actual es cada día más crítico del poder de los docentes y menos dispuesto a obedecerles ciegamente. Algunos han destacado que se trata de un cambio de época, donde se valora especialmente el que cada uno se invente a sí mismo, liberado de ataduras culturales y del tutelaje institucional, como lo puede ser la normativa escolar y la autoridad de los profesores. Sin embargo, la enseñanza y el aprendizaje constituyen un proceso que se sostiene en el establecimiento de relaciones asimétricas entre el educador y el educando. El desarrollo de nuevas habilidades y competencias, incluso de la autonomía, requieren de una guía especializada, que tenga la capacidad y experiencia para conducir, orientar, guiar y acompañar el crecimiento del otro. Es así como educar implica asimetrías, jerarquías,es decir, autoridad pedagógica. Advirtiendo la relevancia de la autoridad pedagógica, entonces, ¿cómo construirla en una época de cuestionamientos de las jerarquías y el poder? ¿Qué rol juega la autoridad en los espacios de aprendizaje? Con el propósito de ensayar algunas respuestas, a continuación se desarrollan dos secciones y un apartado de conclusiones. En la primera sección, se ahonda en el desafío de la construcción de la autoridad en la educación actual. La tesis que se propone es que las transformaciones socioculturales vinculadas a la modernidad han dejado obsoletos los clásicos modos de ejercer la autoridad. Así, la problemática actual no es tanto si la autoridad es necesaria o no, sino más bien cuál es la forma o las formas de ejercerla que resultan más pertinentes para la educación actual. La segunda sección propone tres dimensiones que ayudarían a configurar una autoridad pedagógica que sea reconocida y legitimada por el alumnado de esta época. Primero, se postula la necesidad de una autoridad que adquiera una dimensión pública, es decir, abierta al escrutinio de la comunidad. Segundo, se plantea que la autoridad debe construirse en un territorio delimitado, haciendo visibles los objetivos educativos y los criterios de desempeño. Tercero, se fundamenta la necesidad de una autoridad justa, que cuida de la dignidad de cada estudiante. En la sección conclusiones, se hace una recapitulación y se establecen algunas implicancias para la educación actual.