Abstract

El artículo muestra cómo la teología de la liberación latinoamericana, al comprender la situación del pobre como una condición de no-persona, demuestra ser un humanismo muy adecuado para la sensibilidad contemporánea; y al ver a Dios comprometido con la causa del pobre, muestra que este humanismo es coherente con una postura de fe, si es que la fe se comprende como liberadora.