Abstract

Se conmemoran 500 años del “descubrimiento” del estrecho que lleva el nombre de su descubridor: Magallanes, aquel navegante portugués, quien arma una travesía sin par, con cuyo derrotero planea llegar a circunnavegar el globo. Si bien no concreta por completo esa singladura, Juan Sebastián Elcano lo reemplaza cuando perece en lucha con los nativos de la isla de Cebu (las actuales islas Filipinas), su llegada al paso interoceánico en el que se unen los océanos Atlántico y Pácifico requirió destreza y paciencia para atravesar con coraje las condiciones climáticas que la senda le ofrecía para él y para el mundo europeo, que luego de la travesía perfilaba un avance económico al amparo de nuevas rutas y ricas zonas geográficas. Pero, fuera de lo que en término de representación del sistema mundo moderno/colonial, como Mignolo (2003) señala, significa el estrecho, este ciertamente no se encuentra rodeado por un hábitat inerte, yermo o vacío.