Abstract

Desde el fin de la dictadura cívico-militar en Chile, se comienzan a desplegar una serie de políticas públicas en pro de los derechos de las personas LGTBI, acordes al marco internacional y las demandas y luchas de movimientos sociales. En este artículo se analiza particularmente cómo el establecimiento de una ley de convivencia civil que posibilita la unión entre personas homosexuales en Chile, se despliegan territorializaciones (Deleuze y Guattari 2012), estableciendo límites específicos del sujeto de derecho de esta política. Se analiza cómo en el desarrollo normativo-jurídico, se parte de un a priori esencial, que es la pre-existencia de un sujeto sexual específico. A partir de un análisis de discurso respecto de las discusiones políticas, sociales y parlamentarias que precedieron la dictación de la ley de Acuerdo de Unión Civil vigente en Chile, se visualiza cómo la disputa argumental entre sectores pro y en contra de la ley -que tuvo que ver con dirimir qué derechos ese sujeto puede disponer en el contrato social- pasó por una construcción de una identidad reconocible y fija de sujeto. Dicha identidad está habitada en el discurso desde la negación, es decir, todo aquello que no es considerado como heterosexual. Manteniendo el derecho individual de mantener relaciones sexuales en el ámbito privado, el deber del Estado se erige en la discusión parlamentaria como protección de un todo mayoritario, lo heterosexual, lo que, además, está estrechamente vinculado a lógicas heteronormativas sustentadas en la idea del matrimonio y la conformación de la familia heterosexual. De esta manera, se traza una conformación argumental en la ley AUC, que genera encuadres territorializados, acordes a una arqueología liberal de integración de un sujeto “otro” al contexto mayoritario. Así, siguiendo a Trouillot (2001) se detallan en el artículo, los efectos del discurso de espacialización, de aislamiento, de identificación y de legibilidad que emanan de este proceso de construcción de esta ley.