Abstract

Este capítulo pretende abordar la relevancia pedagógica de algunas de las experiencias “olvidadas” en las reformas programáticas actualmente vigentes en el país (MINEDUC, 2015; MINEDUC, 2017). Tales dimensiones están más cerca de una omisión que de un simple acto de mala memoria. Así es el caso, específico, de las experiencias del espacio y el lugar en la escuela, y en particular de su sentido pedagógico. En efecto, la cuestión de la calidad educativa según los requerimientos vigentes se reduce incontestablemente a la evaluación de estándares, muy necesarios para la medida del sistema en su conjunto, pero insuficientes para la toma de decisiones estratégicas de mejora en los procesos de enseñanza y aprendizaje (MINEDUC, 2011). En lo que concierne a la calidad educativa propiamente tal, no son los procesos de las experiencias de los sujetos en la escuela lo decisivo, sino la performance y los resultados. La reforma educativa puesta en marcha, como tantas otras, es una reforma centrada en el curriculum, en los sistemas de evaluación, incluso en los sistemas de selección, pero no necesariamente centrada, como diría Edgar Morin, en una reforma del pensamiento (Morin, 2011). La reforma del pensamiento requiere una reformulación del conocimiento, que sustente e integre en un mismo circuito y, por ende, en la misma acción, tanto el enseñar como el aprender.