Abstract

Desde que Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y su partido, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), pactaron con el PES (Partido Encuentro Social), de origen evangélico, en la contienda electoral por la presidencia en 2018, los grandes medios, tanto de tendencia liberal, conservadora y de izquierda, han visto al "evangélico" como una amenaza a la democracia. Toda la narrativa de lo evangélico en México, se ha reducido a dos actores religiosos: el laico Hugo Eric Flores y el líder único de Confraternice, el pastor Arturo Farela. La confesión "cristiana" ambigua de AMLO, ha puesto en alerta a opinadores profesionales y grandes medios, que ven en el actual gobierno, una connivencia inusitada e indeseada. En este artículo se analiza al sujeto evangélico como constructo social mediático. Este evangélico es una "amenaza", mientras lo católico es olvidado repentinamente como otro actor en tensión con el estado laico. Dicha desconfianza tiene que ver con el papel protagónico de ciertos líderes evangélicos a nivel continental, con un discurso violento contra los derechos sexuales y reproductivos de feministas y grupos LGBT, como caballo de batalla para abrirse paso en la política institucional de cada país. El católico-centrismo envía una señal equívoca de quiénes son los evangélicos, a la vez que construye en ellos una identidad “amenazada” por presentar la “verdad”, lo que podría implicar la construcción de una sociedad civil organizada de derecha evangélica.