Abstract

Presento resultados de un estudio que buscó conocer el devenir de la división del trabajo marcado por el género en Isluga y Cariquima, dos comunidades aymaras del altiplano del norte de Chile. Para observar estas dinámicas considero datos etnográficos acopiados a fines del siglo pasado e inicios del presente. Desde un marco teórico que sitúa al binarismo de género, como arbitrariedad cultural, en el centro de las estructuras de poder y como eje de la organización social y económica de la comunidad, planteo que la unidad doméstica y la comunidad aymara se sostiene en la pareja conyugal. El sistema matrimonial posiciona a las mujeres y a lo femenino como agentes principales de la reproducción de la unidad doméstica y otorga a los hombres y a lo masculino el control del trabajo y sus beneficios. Si bien los cambios que implican los procesos de descampesinización, desagrarización y urbanización de la comunidad requieren de investigaciones actualizadas, los resultados permiten plantear que la unidad chacha-warmi (esposo-esposa) se mantiene como institución regulada por un régimen de género que lleva a las mujeres a centrar sus vidas en torno al trabajo como proveedoras de bienestar material y de los cuidados en la comunidad translocalizada. Y, si una de las principales características de la comunidad aymara es que se ha translocalizado, el sistema de género que organiza el trabajo también debe haber experimentado cambios.