Abstract

El presente trabajo enfatiza los elementos que determinaron la relación entre Erick Honecker y un sector de la izquierda chilena –Partido Socialista de Chile (PSCh) y Partido Comunista de Chile (PCCh)–, algo que se proyectó en las relaciones entre Alemania y Chile en la temprana pos Guerra Fría a propósito del “caso Honecker”. El tema es importante si se considera el lugar especial que ocupó Chile en la imagen de la identidad germanooriental en la región y en ciertos organismos internacionales durante los años setenta.2 Durante este período la relación tuvo hitos estelares, como la visita a la RDA del canciller chileno, Clodomiro Almeyda y, posteriormente, del secretario general del PCCh, Luis Corvalán, que fue recibido por Honecker con honores de jefe de Estado. Por otro lado, la celebración de los 50 años del PCCh contó con la presencia de Paul Werner, miembro del buró político del Sozialistische Einheitspartei Deutschlands (SED). En esos años, además, la embajada de la RDA en Chile se convirtió en una avanzada diplomática en la región empujando el establecimiento de relaciones interestatales con diversos países de América Latina, etapa que se cerró exitosamente con el ingreso de la RDA a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1973. Estas relaciones transnacionales incluyeron, como evidencia de los estrechos lazos establecidos, una invitación a los más altos dirigentes comunistas y socialistas chilenos del momento –Volodia Teitelboim3 (PCCh), Gladys Marín4 (PCCh) y Clodomiro Almeyda (PSCh)–, para la celebración de los 40 años de la RDA en 1989. Por su parte, el “caso Honecker”, denominado así en la política chilena, es relevante en la historia contemporánea entre Alemania y Chile no solo por las dificultades que provocó entre ambos países, también por que se desarrolló entre una nación sudamericana que iniciaba su transición a la democracia bajo el gobierno de Patricio Aylwin y la alianza de la Concertación de Partidos por la Democracia (1990-1994)5 y una Alemania, en plena reunificación, que apoyaba decididamente el proceso de redemocratización chileno, donde el factor Honecker le resultaba incómodo.